La reeducación de la marcha es el trabajo que el fisioterapeuta realiza con el paciente para conseguir una deambulación adecuada e independiente a ser posible. Es la suma de un trabajo de coordinación, propiocepción, fuerza, movilidad y equilibrio, que trabajaremos de múltiples maneras.
La merma en la capacidad de caminar puede llegar por distintas causas: tras una cirugía de caderas , de rodillas, de pies…., un periodo de inmovilismo, tras sufrir un Ictus o simplemente por un dolor que limite la movilidad.
Es un trabajo que se realiza con mucha frecuencia en personas mayores. Contamos en este caso con dos factores negativos que se presentan la mayoría de las veces y son: el dolor y el miedo a las caídas.
Para el dolor contamos con medios físicos como el calor o el frío (hot-pack/cold-pack), lámparas de infrarrojos, corrientes analgésicas, microonda, ultrasonidos…….además de la medicación pautada por su médico especialista. El miedo a las caídas debe irse solucionando según el paciente vaya cogiendo confianza en sí mismo, y esto se consigue con el trabajo de equilibrio y ejercicios de propiocepción.
Podemos comenzar la reeducación de la marcha en las barras paralelas. A los pacientes les da mucha seguridad, ya que la fuerte fijación de estas al suelo permite la carga de gran parte de su peso en los miembros superiores, de manera que facilita la descarga de peso en el miembro dañado o miembros debilitados lo que hace que se pueda comenzar a dar los primeros pasos.
Esta primera fase anima mucho al paciente, ya que ve como puede ir recuperando poco a poco su independencia. La colocación de un espejo al final de las barras, permite al paciente observarse y corregir la postura, siempre guiado por el fisioterapeuta que permanecerá a su lado tanto para rectificar malos hábitos en cada uno de los movimientos como por seguridad en los primeros momentos.
Superada la primera fase, podemos comenzar con la utilización del andador o dos muletas. Elegiremos un modelo de andador más ligero o más pesado y estable, según sea la anatomía, la destreza y el equilibrio de la persona. Regularemos el andador en altura y como en las paralelas, permaneceremos a su lado para dar indicaciones y transmitir seguridar al paciente. Si la indicación es la utilización de las muletas, deberemos enseñar una marcha coodinada a dos tiempos o a cuatro tiempos y elegiremos los puntos de apoyo que sean más oportunos según el caso y patología.
La deambulación con una muleta será el siguiente escalón. Aquí el paciente ya tiene un nivel de equilibrio y fuerza que le permiten un grado alto de independencia. Regulamos como en la fase anterior la altura de la muleta y salvo excepciones claras, la utilizaremos con el brazo contrario a la pierna lesionada (en el caso de que sólo haya un miembro inferior afecto).
El abandono total de ayudas técnicas será la última parada, siempre que la situación lo permita. En este caso tenemos que tener la absoluta certeza de que el paciente tiene autonomía suficiente para caminar por sí solo. El trabajo de propiocepción, fuerza y equilibrio será muy exigente ya que deberemos reducir el riesgo de caídas en el mínimo porcentaje posible.
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